Como lo prometido es deuda, voy a contaros un poco mi aventura Florentina, pero advierto ya desde el principio que por mucho que intente resumirlo, van a salir unos cuantos capítulos. Es tanta la belleza que he visto y de la que me he impregnado, que es imposible dedicarle un solo post.
La primera sorpresa que recibimos fue nada más subir al avión. L, mi compañera locuela de viaje, se encontró con una antigua conocida de otra escuela, que a su vez iba acompañada de dos amigas más. Casualmente, a pesar de aterrizar en Pisa, todas llevábamos un mismo rumbo: descubrir Florencia. Y ya en el autobús que nos traslado hasta nuestro objetivo, se empezó a fraguar el encuentro improvisado de meteoritos con un destino común.
Italia nos recibió con lluvia, sería por aquello de continuar el baño de purificación en agua celeste en la que me baño últimamente. Oportunamente los muchos inmigrantes que allí habitan (como en todas partes), lo tenían previsto y nos aguardaban en cada esquina para vendernos sus paraguas, los cuales no evitaron que en el trayecto hasta el hotel, el agua nos calara hasta la ropa interior.
La orientación fue fácil, la gran cúpula de la catedral nos guiaba. Llegamos casi directas, a excepción de un pequeño rodeo que, confundidas en la oscuridad de la noche nos hizo seguir los indicios erróneos de otra cúpula cercana que resulto ser la de la iglesia de San Lorenzo… pero así nos fuimos familiarizando con el entorno.
Acertamos a escoger el hotel, un establecimiento familiar y cómodo, situado en el mismo centro, entre la plaza de san Giovanni y la de la Signoria. Desde la habitación contemplábamos, hacia la izquierda inmediata, el fantástico conjunto del Duomo, o catedral de santa María Fiori, el campanario de Giotto, y parte de la cúpula de Brunelleschi, mientras que el Bapisterio de San Juan quedaba alineado en nuestra perspectiva; mirando hacia la derecha, sobresalía entre los tejados, la majestuosa torre del palacio Vecchio.
Todo ello sería motivo de nuestras visitas, junto a otros objetivos que no íbamos a dejar pasar en los días posteriores. Pero esa primera noche decidimos dejar las visitas culturales para el día siguiente y comenzar por degustar las exquisiteces gastronómicas del lugar; una deliciosa pizza al gusto, regada con buen vino de la región, servida por unos de los pocos camareros simpáticos que encontramos por la zona, amenizado todo con una agradable charla llena de chispas de buen humor, donde no faltaron las confidencias ni las pícaras risas de complicidad, que nos ayudaron a forjar lazos de amistad y planear el itinerario para el día siguiente. Nos esperaban muchas cosas por descubrir y alguna que otra anécdota por vivir:
La Galería Uffizi, por cuyas salas, cronológicamente ordenadas, nos sumergimos por los siglos, del XIII al XVIII, a través del arte de la pintura y la escultura, impregnándonos en un baño de belleza que ya presagiaba un desbordamiento de los sentidos.
Las Iglesias de Santa María Novella, la de la santa Croce, Orsanmichelle, la de san Marco, y como no la de san Ambrosio, donde curiosamente descubrí la única imagen que conozco de san Sebastián desnudito total.
Ponte Vecchio, con sus pintorescas tiendas; y el Palacio de Pitti, con la galería Paletina, que dejamos de ver, ya un tanto empachadas de pintura, cambiándolo por un agradable paseo en los jardines de Boboli.
Y como no la galería de la Academia, donde tendría lugar el esperado encuentro con David, el autentico, dado que su doble en la plaza de la Signoria estaba oculto por las obras de restauración.
De todo ello intente tomar un buen reportaje gráfico, pero en mi inexperiencia con la cámara, se me escaparan muchas imágenes. Aprendí al menos, que hay que llevar una batería de repuesto. Lo cierto es que no hubo vigilante que me detuviera el disparo y mi pericia en camuflarme me hizo conseguir buenas fotos en lugares prohibidos, aunque tuviera que pedir la cámara prestada (saldrán a la luz en próximos escritos).
He de confesar que me fui en busca de David, la esplendida escultura de Miguel Ángel, pero vi además muchas otras obras de arte, como el nacimiento de Venus, o la primavera de Botticchelli, pinturas de leonardo da Vinci y de Durero, Rafael, Tiziano, Caravaggio, Giotto… y tantas otras que volví con el famoso síndrome de Stehendal.
No obstante se me ha quedado un buen sabor de boca con deseo de volver de nuevo y saborear con calma tanta belleza.
Seguiré contando…y en el próximo os dejaré unos regalitos que he traido para todos.
Besos desde aquí a quien me lee…
¡Cuanto me alegra saber que has disfrutado el viaje y que se te han llenado las pupilas de belleza!
Ire recogiendo todo lo que nos cuentes.
Besicos
venga pues, a rememorar el viaje mientras seguimos viajando…
Fantásticos relatos redacta usted preciosamente bien felicidades, tiene usted un lector fiel, fantásticas ilustraciones, muchas gracias por los post que nos a dejado.
Reciba un afectuoso saludo.
Hey, al viaje de vuelta me apunto yo!!!
Besazos, guapetona.
«continuar el baño de purificación en agua celeste…» que poético le ha quedado Señora.
Se ha recuperado ya del síndrome de Stendhal?
(por cierto su amiga «L» es «L»?)
Saludos.
Fui a Florencia en el viaje de fin de curso de COU hace tropecientos años y recuerdo que me quedé asombrada con el arte que se respiraba por cada calle y plaza de la ciudad. Volví enamorada y me prometí a mi misma volver algún dia, espero poder cumplirlo!!
Basicamente pq tengo que volver a ver el David eh? jaja
Un saludo!
Hola, tu relato me ha hecho embriagarme, y recordar como en dos ocasiones he podido disfrutar de esos lugares nos has mencionado, aunque la verdad yo tambien me he quedado con las ganas de volver una tercera vz, respecto al DAvid, yo no tuve tanta suerte, el vigilante sabia perfectamente nuestras intenciones y no nos dejo ni un solo segundo… A mas d euno le hicieron irse!!! jajajaja.
Espero ansiosa los siguientes capitulos y esperon que sigan con esa magia que me han ytransmitido y que me han hecho recordar a cada paso, los sentimientos que yo tambien vivi!!!
Ah, Florencia, uno de mis sueños por cumplir 🙂 Sigue, sigue contando.
Besos
Por fin , puedo entrar que he estado desmontada y me alegra mucho , tu lo sabes , que puedas escaparte asi. Eso más veces y más amenudo .
Buenos recuerdos me traen a mi Florencia es un ligar muy hermoso para las locas del arte como tu y como yo
Besos
Y por qué? me pregunto yo ???? cada vez que entro entro por diferente puerta y me toca jugar a la «xarranca» a mis años.
Pasaba a saludar y dar tres beso o más como tu dices